1. Reconstrucción de la morfología,

  2. Reposición de suelos

  3. Revegetación

Un aspecto clave de la propuesta es el aprovechamiento de los materiales derivados de la explotación y de los propios recursos naturales presentes en las canteras. La gestión de materiales edáficos acopiados o por decapar, con todo su potencial biológico (semillas y organismos) y de fertilidad será una acción prioritaria en el proyecto, ya que se programará la extracción/reposición de suelos para minimizar las pérdidas de calidad. Estos materiales representan un recurso  natural excelente para recomponer parte de la vegetación y de los microorganismos del suelo, reduciendo costes en revegetación.

La biota del suelo es clave en la mineralización de la hojarasca y restos orgánicos, que constituye la principal fuente de nutrientes para la vegetación. Algunos ejemplos de grupos importantes en este sentido se pueden apreciar en las Figuras 1-3.

Craspedosomatido Glomerido Julido
Fig 1. Craspedosomatido
(foto: E. Mateos)
Fig 2. Glomerido
(foto: E. Mateos)
Fig 3. Julido
(foto: E. Mateos)

Los métodos tradicionales de restauración no contemplan la restitución de esta biota edáfica y esto puede representar un déficit para el funcionamiento del nuevo ecosistema. En este sentido, en este proyecto se usará parte del suelo decapado antes de la explotación de forma experimental, aplicándolo como inoculaciones en zonas piloto. Además, parte de los estériles se tratarán con enmiendas y abonos para obtener sustratos de fertilidad controlada, y promover así vegetaciones y hábitats concretos.

Las intervenciones de revegetación programadas pretenden completar la vegetación desarrollada a partir del banco de semillas del suelo, con especies nativas clave para el desarrollo de los diferentes hábitats previstos. En los modelos convencionales con taludes y bermas la vegetación debe fijar prioritariamente el sustrato, por lo que básicamente se siembran especies herbáceas. Esto genera paisajes pratenses con vegetación y fauna muy distintas al entorno, que suele ser de vocación forestal.

Con el modelo morfológico propuesto, que minimizará los procesos erosivos, es viable crear mosaicos de suelos y vegetación estables, organizados como hábitats diferenciados que fomenten una mayor biodiversidad en la zona.

Como resultado final, se espera tener un paisaje formado por lomas donde predominen los matorrales mediterráneos con estratos laxos de pino carrasco, y por vegetación propia de torrentes de tierra baja en las vaguadas y valles con especies de ribera en las zonas más húmedas, que imiten en su conjunto la estructura y el funcionamiento del entorno. Esta combinación de  ecosistemas terrestres con los humedales ya existentes permite esperar una elevada presencia de fauna en la zona, al facilitar alimento y refugio para una gran variedad de animales. Concretamente, se pretende promover la presencia de currucas, con poblaciones muy alteradas debido al cambio de uso del suelo. Para ello, fomentaremos una mayor disponibilidad de alimento (insectos y frutos silvestres) mediante el establecimiento de especies como la albaida, el romero,  el lentisco y el espino negro. Además, se dejarán taludes y paredes donde suelen nidificar lechuzas y abejarucos.

Matorral

Matorral con lentisco y pino carrasco presente en el entorno (foto: M. Jorba)

laguna

Laguna desarrollada en un hueco minero en la zona rodeada de pinar de pino carrasco (foto: M. Jorba)

anade

Ánade real (Anas platyrhynchos) en una de las lagunas presentes en la zona (foto: M. Jorba)

lentisco

Lentisco (Pistacia lentiscus) (foto: M. Jorba)

romero

Romero (Rosmarinus officinalis) (foto: M. Jorba)

espino

Espino negro (Rhamnus lycioides) (foto: M. Jorba)

albaida

Albaida (Anthyllis cytisoides) (foto: M. Jorba)

Abejaruco Perdiz roja Curruca cabecinegra
Abejaruco Perdiz roja Curruca cabecinegra